Los versos
están malditos,
preñados de mentiras
de amores ilusorios
y de pantomimas.
La melancolía es el sustento
de poetas
cuentacuentos
y otros palabristas.
Que no la tenemos:
se inventa.
El sentimiento hecho a medida
de palabras, palabritas
que conecten con aquellos
que no mienten
cuando sienten
desamor y melancolía.
Eso es lo que nos mueve
a pulsar letras
y hacer poesías:
conectar con quien nos lee,
sus afectos,
y alegrías.
Otras veces sin embargo
los versos nos desnudan
se nos llenan de caricias
y suenan a verdades
y afectos que duelen
y están muy cerca
de nuestras orillas
Palabras que hablan
mucho más de lo que deberían
que nos calman y alivian
o nos arrancan la piel a tiras
letras sazonadas de lágrimas
y piel vacía.